viernes, 5 de enero de 2007

Carcaixent a Xàtiva


Como de costumbre, las primeras horas del día nos pillaron ya de marcha. Nada más salir de Carcaixent, la primera sorpresa: un pequeño puente medieval que salvaba el cauce del pudento río Verde. Seguro que las miles de personas que pasan por encima, no sospechan que bajo sus pies, todavía está ese precioso resto del pasado. Entre campos y palmeras, nos dirigimos a Cogullada, una pequeña población que mantiene junto a la carretera su iglesia del s. XVII, perfectamente conservada.

Nos llamó la atención la acumulación de butaneros, todos con su llamativo mono naranja de trabajo. La explicación: que se reúnen en un bareto del lugar para almorzar todos juntos. Poco más allá, nos encontramos con lo más deseado de la jornada, la ermita románica de San Roque. Es un gusto contemplar en medio de los naranjales, el cuidado entorno de la ermita y su parque arbolado. Ni que decir tiene que abundaron las fotografías. El edificio, de finales del s. XIII, es de portada protorrománica, con dovelas y sillares perfectamente labrados en las esquinas. Curiosamente, Vicente, que lleva un cuadernillo de campo, localizó señales de canteros en las piedras que coincidían con otras en edificios de Valencia. Es lógico, porque los artesanos se desplazaban de ciudad en ciudad, labrando sus piedras. Les seguiremos la pista en el Camino.
Satisfecha nuestra curiosidad histórica, vuelta al camino, ya con hambre, contemplando a lo lejos la población de Manuel.

Sin sospecharlo, volveríamos a retroceder al pasado remoto, esta vez con un pequeño y coqueto puente árabe. Se trataba del ” Pont de l’Ase”, sencilla construcción de un solo arco elevado sobre la rambla de Barxeta que serviría a los antiguos pobladores de las alquerías morunas para salvar una corriente mansa, pero furiosa en época de avenidas y riadas.

Parecía que Manuel ,cada vez estaba más lejos, pero al final lo alcanzamos. Lo primero que vimos fue un curioso lavadero, casi subterráneo en una acequia, que conservaba aún, sus aguas limpias. El susto, el descubrir que por medio del pueblo, y sin previo aviso, las barreras del tren se cierran de golpe. Unos pasan y el que suscribe tiene que esperar a que pase un Alaris a toda pastilla para poder llegar al bar donde, debidamente aposentados, nos concedimos un generoso almuerzo, regado con buen vino y gaseosa.

La vuelta al camino, más tranquila y reposada, nos fue encarando hacia Xàtiva..Atravesamos un bello trecho de senda entre cañaverales, junto al río Barxeta. Frente a nosotros, la imponente mola del Puig, con su arruinada ermita en la cumbre. A estas alturas, el calor ya era notable y nos hizo ponernos gorras y sombreros. Parece mentira, pero estábamos en enero.¡ Cualquiera lo diría!. Lo peor de la jornada, el paso por un arcén muy estrecho, con los coches ciñéndose en las curvas.


La llegada a Xàtiva, la feria, la Alameda y la típica foto de grupo en la “Font del Lleó”, significó el final de la jornada. Un total de 19 kms, agradablemente llevados y ¡ hasta la próxima!.